En 2021, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, encomendó a la vicepresidenta Kamala Harris liderar un ambicioso proyecto destinado a reducir la brecha digital en el país. La administración demócrata asignó un presupuesto de 42 mil millones de dólares con el objetivo de conectar a millones de estadounidenses, especialmente aquellos en zonas rurales, a internet de alta velocidad.
El programa fue presentado como una iniciativa transformadora que no solo garantizaría el acceso a banda ancha al 35% de la población rural, que aún carecía de este servicio básico, sino que también impulsaría la creación de miles de empleos bien remunerados. Además, se planteaba que el plan contribuiría a fortalecer la competitividad de Estados Unidos en el mercado global, al integrar más ciudadanos a la economía digital. Sin embargo, con el paso del tiempo, la ejecución del proyecto ha sido cuestionada por la falta de avances tangibles.
El proyecto de USD 42 mil millones impulsado por la administración de Kamala Harris para ampliar el acceso a internet ha sido catalogado como un fracaso después de casi cuatro años de gestión. A pesar de la millonaria inversión, no se logró conectar a una sola persona, dejando en evidencia la ineficacia del programa. La iniciativa, que buscaba reducir la brecha digital y llevar conectividad a comunidades marginadas, no alcanzó sus objetivos, generando críticas sobre la gestión y el manejo de los recursos públicos.
En 2024, el proyecto de 42 mil millones de dólares impulsado por la administración Biden-Harris para expandir el acceso a internet en Estados Unidos ha pasado al centro de la polémica, siendo ampliamente señalado como un fracaso rotundo. Medios estadounidenses plantean una pregunta inquietante: ¿cómo es posible que, después de tal inversión, no se haya conectado ni un solo hogar?
Este fracaso ha generado una gran frustración, especialmente entre los residentes de las áreas rurales, quienes eran los principales beneficiarios de la promesa de una conexión de alta velocidad. Tras casi cuatro años de gobierno, la falta de avances ha evidenciado una desconexión entre las promesas iniciales y los resultados reales.
Críticos, incluidos miembros del Congreso, han acusado a la administración demócrata de haber priorizado mal sus esfuerzos. Sostienen que, en lugar de centrarse en crear un sistema eficiente para proporcionar acceso a internet, el proyecto quedó atrapado en la burocracia, con demoras significativas y un enfoque desviado hacia metas políticas progresistas que ralentizaron el avance. La falta de resultados en un área considerada clave para la competitividad digital y el bienestar de muchas comunidades ha dejado a la administración bajo intenso escrutinio.